La madera es desde tiempos inmemoriales un elemento esencial de construcción y decoración. Su belleza y su calidez, la convierten en elemento esencial. Pero tiene la mala costumbre de estropearse, de perder su lustre y brillo y de dejarse comer por los bichos. Es por ello que necesita tratamientos que la cuiden y la mantengan preservada. 

El tiempo nos ha permitido avanzar en la creación de barnices cada vez más resistentes y duraderos. Pero existen alternativas al barniz que han ido cobrando fuerza dada la complejidad de un buen acabado en los lacados, que requieren profesionalidad y experiencia. Es por ello que se ha puesto de moda el aceite de teca que rehidrata y protege la madera. Así se ha hecho un hueco en nuestras estanterías, principalmente para el cuidado de los muebles de exterior

Sin embargo, si volvemos la vista atrás a los tiempos de los grandes artesanos de la madera, encontraremos que ellos ya usaban aceites. Concretamente, el aceite de linaza era muy empleado. Todos sabían de sus propiedades como conservante y ahora entendemos el porqué. Con el tiempo la madera pierde hidratación, se reseca y desaparece su brillo. Pero, los aceites le devuelven esa hidratación y con ella su color natural. Además el linóleo, la dota de resistencia a la humedad, los hongos y los parásitos. Es por ello que le confiere una belleza y durabilidad que os sorprenderá. 

Más ventajas: es barato, es de fácil aplicación( bastan dos trapos uno para extender y el otro para retirar los excesos) y además, no es tóxico, podemos emplearlo sin temor. Lo único que debemos prevenir, es mantenerlo alejado de fuentes de calor porque es inflamable. 

Recuerda que las superficies deben estar limpias de barnices y grasas y que puedes además mezclar dicho aceite con trementina para mejorar el rendimiento.