Hoy queremos hablaros de las reparaciones de metales. Los portales, puertas, muebles y enseres metálicos sufren especialmente el paso del tiempo, sobre todo si están a la intemperie. Es habitual que nos lancemos a pintar sin muchos miramientos, pero ello tiene consecuencias:

1. Mal tratamiento del óxido: éste continuará trabajando bajo la superficie y ello por un lado, hará saltar la pintura y por otro, deteriorará el mueble o elemento metálico en cuestión.

2. Mala limpieza: a simple vista un portal de metal nuevo puede parecer listo para el pintado, pero su superficie está casi siempre recubierta de aceites de la manipulación en el taller, ello hará saltar la pintura como la piel de un lagarto.

3. Mala elección de pintura o imprimación: en los galvanizados, aluminios y otros encontraremos una cierta resistencia a la adherencia, el uso de productos no indicados los hará saltar con posterioridad, dando al traste con nuestro trabajo.

En primer lugar, debemos darle una buena limpieza del óxido y los restos de pintura. Para lo que podemos usar varias técnicas: 

  1. Decapante o quita-pinturas: es un producto de fácil uso que elimina con facilidad las pinturas y barnices. Basta aplicar y dejar actuar durante unos 20 minutos, posteriormente se raspa con espátula, cepillo metálico, lana metálica, nanas, y o se le da caña con la hidrolimpiadora (karcher). En el caso de pinturas gruesas, puede ser necesaria una segunda aplicación. Cuando ya se han retirado los restos de pintura es necesario eliminar por completo el decapante con agua y detergente, o mejor con Aguarrás, Símil Aguarrás, Disolvente Universal, Bencina o Alcohol. Y rematar con agua y detergente, el lavavajillas es una buena opción.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                
  2. Cepillos de cerdas metálicas: los hay de multiples modelos, tamaños y grosores.  Los más eficaces son los que se pueden usar por medio de amoladora o radial, son los más rápidos pero pueden ser muy agresivos con metales blando como el aluminio.                                                                                                                                                                                                                                                                                                
  3. Lijas y abrasivos: con lijadora y/o  amoladora  podemos hacer gran parte del trabajo. Existen multitud de discos abrasivos, lo mejor es siempre asesorarse. Nuestro mayor problema serán las esquinas y recovecos, donde necesitaremos limas o minitaladro tipo dremel.

Las zonas con óxido debemos dejarlas con un acabado liso y homogéneo. Si logramos eliminarlo por completo el problema está resuelto, de no ser así, podemos utilizar convertidor de óxido, un producto de fácil aplicación que actúa sobre el óxido de hierro neutralizando la reacción de oxidación. De este modo se convierte en una película protectora, al igual que ocurre de forma natural con el aluminio o el cinc. 


Imprimación:  es de vital importancia que el soporte esté completamente limpio de restos, polvo, grasas, aceites y los productos de los pasos previos. Lo mejor es quitagrasas o lavavajillas, agua y paño. Un poquito de hidrolimpiadora (karcher), también puede ayudar. Y... procedemos con el imprimado. Es muy importante, de hecho es la base de un producto duradero y un acabado de calidad. Nuestra recomendación es  Imprimación Sintética Antioxidante, hoy por hoy de lo mejor del mercado para metales. Cubre todo tipo de metales con lo cual garantizamos adherencia y buenas prestaciones incluso en productos que combinen varios. Además sus propiedades antioxidantes son idóneas para el hierro y los aceros garantizando un buen aislamiento.  Y a mayores,  es un producto de secado al tacto en 15 minutos, lo que favorece la manipulación de las piezas y facilita el trabajo y por su dureza sirve de fondo para la pintura que vayamos a utilizar. Es buena idea elegir un color que se aproxime al de acabado, o al menos, uno neutro( gris), que nos facilite el trabajo posterior.  

El repintado es a las 6 horas. Recomendamos siempre una segunda capa de imprimación para garantizar que la pieza está cubierta por completo. 

Pintado: tras la imprimación elegiremos el color de nuestra pintura. De forma general recomendamos que la pintura sea del mismo tipo que la imprimación, en este caso, sintética. Podemos aplicarla a brocha, rodillo o pistola (spray ). El último método es el que nos dará mejor acabado pero también el que requiere más práctica y un soporte más elaborado ya que resaltará las imperfecciones. Usar una pintura sintética retardará un poco el secado, pero el producto será más duradero y resistente a los golpes

Existen alternativas que también pueden resultar interesantes: 

Si no nos interesa o no podemos permitirnos un trabajo tan elaborado, podemos emplear pinturas con propiedades antioxidantes. Este tipo de productos permite la aplicación directa sobre la pintura vieja, con un lijado más superficial. Eso sí, el resultado es mucho menos duradero y el acabado de peor calidad. 

Otra opción si nos gusta el acabado metalizado, son los barnices para metales, o los esmaltes de aluminio para exteriores.